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«Em vaig morir d’una pulmonia. Si digués que la causa de la meva mort no va ser tant la pulmonia com una idea grandiosa i útil que vaig tenir, probablement el lector no em creuria; però tot i així és veritat. Ara us exposo el cas sumàriament. Judiqueu-ho vosaltres mateixos.» Aquestes són les memòries pòstumes d’un difunt autor—que no d’un autor difunt—per a qui la sepultura ha estat, segons ens diu el mateix Brás Cubas, un segon bressol. Els amors i desamors novel·lescos, irònics i alhora espurnejants d’ingenuïtat, una carrera política fallida i la vida mig plaent d’una burgesia brasilera il·lustrada teixeixen la distesa mortalla—entreteniment mordaç—d’aquest personatge singular i imaginari.
La Cartomántica, El Espejo y La Iglesia del Diablo son tres de los mejores cuentos del gran narrador brasileño Joaquín María Machado de Assís, uno de los principales exponentes de la literatura universal
La cartomántica es un delicioso cuento breve salpicado de citas eruditas y toques de humor, con un desenlace inesperado. la figura de una echadora de cartas italianas será decisiva en la vida de los personajes de este relato.
El protagonista de El Espejo sostiene que todos tenemos un alma exterior. A menudo transmiten la imagen que queremos ver de nosotros mismos o la que los demás esperan; aunque un día, de repente, puede que no la reconozcamos al mirarnos a un espejo.
El diablo decide fundar su propia iglesia, La Iglesia del Diablo, en poco tiempo consigue cautivar a casi todos los fieles de las otras iglesias, pero el hombre tiene a veces algunas contradicciones que sorprenden al mismísimo diablo.
Machado de Assís revela en sus novelas un gran interés de análisis psicológico y una gran agudeza de conceptos en la representación de las pasiones humanas. Sus obras escritas en un estilo sobrio y conciso han merecido su traducción a todos los idiomas cultos.
Quincas Borba es la historia de una herencia que desencadena una serie de acontecimientos. Su trama se centra en el paso de la pobreza a la clase acomodada y su clima social, la ociosidad, preserva el tiempo para dedicarlo a la pasión amorosa, al capricho y a la veleidad. Todo ello descrito magistralmente por el maestro de la ironía de la lengua portuguesa.